Dentro de este apartado
que acaba de inaugurarse, viene como primer invitado Ramiro Calle,
uno de mis escritores preferidos, no tanto por la calidad de su verbo
literario sino más bien por otras circunstancias de no menos
importancia.
Así, Ramiro escribe,
pero antes de eso, es un maestro yogui de los más antiguos de
España, y una de las personas que más han influido en otros para
que la práctica del yoga sea difundida. Además, es de los que más
han luchado para que el sufrimiento humano sea comprendido, y a la
vez, erradicado de la faz de la tierra. Y esto puede extenderse a
todo tipo de sufrimiento, el animal incluido, lo cual hace de Ramiro
una persona excepcional y un ser humano increíble, y lo digo con
conocimiento de causa, ya que he tenido el placer de conocerlo en
tres cursos de fines de semana que impartió aquí en Sevilla
difundiendo sabiduría y dando claves para ser más felices.
El yoga es una
disciplina que puede practicarse sin tener forzosamente que creer en
la filosofía que le da apoyo. Sus técnicas, fruto de años de
experimentación por parte de personas que sólo buscaban la verdad
de las cosas, funciona sean cuales sean tus creencias. Es más, el
hecho de que existan muchas variantes dentro de la misma denominación
no resta ni un ápice al éxito de llevar a cabo las posturas y
meditaciones que son la base del yoga.
Volviendo a Ramiro,
protagonista de esta sección, ha escrito más de un centenar de
libros. De entre tantos, os recomiendo “Recobrar la mente en
tiempos difíciles”, “El arte de la paciencia”, “El dominio
de la mente”, y “Las zonas oscuras de tu mente”, aunque como
Ramiro es un gran narrador y construye las frases con gran facilidad
y amenidad, seguro que cualquier título que elijáis os será grato
en su lectura.
Para más información,
podéis pasar por su web www.ramirocalle.com
, o buscar en wikipedia.
Por último, y como no
podía ser de otro modo, Ramiro es un gran amante de los animales en
general, y de los gatos en particular, hecho que demuestra a las
claras la clase de ser humano que es, y la calidad de su contacto
humano si tenemos la dicha de encontrarlo en nuestro camino.
Gracias por todo,
Ramiro.
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