Bhagwan
Shree Rajneesh (Bhopal, India, 11/12/1.931-Pune, India, 19 Enero
1.990), más conocido mundialmente como Osho, fue un gurú
espiritual, fundador de una corriente personalista de pensamiento
derivada de las enseñanzas de Buda y basada en la meditación.
Crítico abierto de las religiones institucionalizadas, fundó varias
comunidades a lo largo de todo el mundo. Creó lo que él mismo
denominaba “meditaciones activas”, basadas en aprovechar el
movimiento para conseguir en el practicante actitudes meditativas. Su
posición abierta a la práctica sexual como medio válido para
acceder a estados superiores de conciencia le granjeó numerosos
enemigos a lo largo de su vida.
Profesor de filosofía, accedió,
según sus propias manifestaciones, al estado superior de
“iluminación” a los veintiún años. Posteriormente, se dedicó
a propagar su doctrina por todo el mundo. Fundó una comunidad en
Estados Unidos donde tuvo numerosos problemas que finalmente trajeron
consigo una orden de expulsión por irregularidades con el
departamento de inmigración norteamericano. Después de eso,
solicitó asilo en varios países, que le negaron el visado. Con la
sospecha de envenenamiento tras su estancia en las cárceles
americanas, murió en su país. Sus detractores le achacaban una
fijación por adquirir relojes muy caros y vehículos “Rolls Roice”
que coleccionaba.
Osho viene a estas
lineas lógicamente porque es uno de mis personajes favoritos. En
vida, se limitó a dar charlas y conferencias, con lo cual, no he
encontrado ni un solo libro escrito por él. Sin embargo, reconozco
que una de las publicaciones que sigue encontrándose hoy día en las
librerías basada en sus palabras me cambió la vida. Su título es
“El libro del ego”, y admito que lo compré por curiosidad en un
hospital donde buscaba algo con lo que entretenerme mientras
permanecía junto a mi padre. El texto me hizo descubrir lo que sólo
alguien que posee un conocimiento superior al resto de mortales puede
mostrar con certeza, y es el hecho de que no somos la mente, sino
algo más, y algo incluso muy distinto.
Detractores aparte, de
la lectura de cualquier texto que recoja las charlas de Osho se
desprende una naturalidad y una forma de ver las cosas que se acercan
mucho a la realidad. Al menos, a la realidad que es, y no a la que
creemos que forma parte de nuestras vidas.
Sirva este post para
agradecerle a tan insigne personaje lo mucho que ha aportado a la
humanidad en general.
Sólo hay que tener oídos abiertos para
entender.
Para más información,
en internet hay miles de páginas y videos de Osho. Os animo a
descubrir a una persona que sabía más que el resto.
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