En estos días dramáticos, nos hemos habituado a vivir pendientes de la información que se nos brinda tanto en los medios de comunicación convencionales como en las redes sociales sobre el avance y evolución del nuevo virus que ha irrumpido en el mundo, el denominado COVID-19. A raíz de la pandemia, hemos tenido ocasión de escuchar a numerosos científicos que nos han ilustrado sobre cómo de mortal es este virus y por qué se contagia de modo tan rápido. Sin embargo, la información sobre la que podamos tener certeza es escasa por la aparición tan reciente de este agente infeccioso.
Este blog trata sobre literatura, escritores, libros y todo lo relacionado con el mundo de la palabra escrita. Sin embargo, en alguna ocasión hemos hablado de ciencia, y aprovechando el momento presente, no he querido dejar de pasar la oportunidad de entrevistar a un médico sevillano con un amplio currículo y enorme experiencia. No tengo dudas de que las respuestas que ofrece a los interrogantes que a día de hoy se nos plantean, serán sumamente interesantes. Y como no podía ser de otro modo, al final, nos recomendará un libro que haya leído, dando cumplimiento así al espíritu de este blog.
Hablamos - telemáticamente, claro - con el Dr. D. Manuel Rodríguez Hornillo.
Para quienes no lo conozcan, que serán los más, ya que en los tiempos que corren son más conocidos los jugadores de fútbol que los científicos o médicos de renombre, D. Manuel Rodríguez se licenció en Medicina y Cirugía en la Facultad de Sevilla en el curso 1.975-1.81. Doctor por la Universidad de Sevilla en Medicina Legal y Forense en el año 1.995.Fue discípulo del famoso Dr. D. Luis Frontela en la Cátedra de Medicina Legal de Sevilla desde el año 1.983, en la que ejerció de Profesor Asociado hasta el año 2.004. Intervino en casos de tanto interés social como en el denominado "Crimen de los Galindos", el "Síndrome Tóxico por Aceite de Colza" o el de caso de "Las Niñas de Alcasser". Ha publicado números artículos científicos sobre la ciencia forense en revistas especializadas. Es fundador de la revista "Cuadernos de Medicina Forense", y fue Director de dicha publicación en su primera etapa. En la actualidad, es Médico Asesor del Servicio Andaluz de Salud, en materia médico legal.
Buenos tardes, D. Manuel.
WEBMASTER: Ante esta pandemia que
padecemos causada por la rápida propagación del virus denominado
COVID-19, se nos plantean numerosos interrogantes a nivel médico. A
lo largo de estas pasadas semanas, hemos conocido a través de los
medios de comunicación la opinión de muchos expertos en la lucha
contra los virus sobre este tipo de coronavirus. Sin embargo, la
mayoría de ellos coinciden en afirmar que este es un virus
totalmente nuevo, del que no teníamos apenas información hace unos
meses.
¿Esta afirmación es cierta tal y como se nos dice, o el COVID-19 conserva elementos
comunes con otros virus como el responsable del síndrome
respiratorio agudo severo (SARS)? En este caso, ¿Qué elementos
tiene en común el COVID-19 con otros virus?
MANUEL RODRÍGUEZ: El
COVId-19 no es un virus nuevo, lo que es nueva es su capacidad para
infectar y transmitirse a humanos. Por eso, como hasta ahora no había
afectado a humanos, se sabe poco de él. Es de la familia de los
Coronavirus entre los que se encuentran el MERS-CoV (coronavirus
causante del Síndrome Respiratorio de Oriente Medio) y el SARS-CoV
(responsable del Síndrome Respiratorio Agudo y Severo). Todos estos
virus son de la misma familia y producen síndromes parecidos que
afectan al tracto respiratorio y gastrointestinal fundamentalmente,
si bien tienen algunas características diferentes entre ellos como
la transmisibilidad, que dan lugar a diferentes procesos
epidemiológicos.
¿Qué
es el genoma de un virus?
Es
su carga genética, en este caso es una cadena de ARN. Un virus no es
más que eso: una cadena de ADN o ARN rodeada por una cubierta que le
permite su relación con las células a las que infecta,
multiplicándose en su interior usando los recursos de la propia
célula hasta que la destruyen.
¿Cuándo
se descubrió, o al menos, cuándo se dio a conocer por la comunidad
científica el genoma del COVID-19?
A
raíz del brote de la ciudad de Wuhan, científicos de Shanghái
publicaron unos días más tarde, a primeros de enero de 2020, los
datos genómicos del “nuevo” coronavirus.
Aparte
de su elevada contagiosidad, ¿qué rasgos principales diferencian
el COVID-19 del virus que ocasiona la gripe común?
Pues
lo más relevante es la mortalidad, o lo que es lo mismo, la gravedad
de la enfermedad a que dan lugar, que es peor en el COVID-19 que en
el Virus Influenza (gripe), aunque éste último se mueva en mayores
valores absolutos. Es decir, llega a producir anualmente más muertes
pero también porque produce más afectados. De todas formas estas
comparaciones son muy relativas pues todo depende de las condiciones
en que el contagio/epidemia/pandemia se produce y las medidas de
control que se aplican. Estaría por ver qué sería de la gripe, o
de otras muchas enfermedades, si adoptásemos las medidas de control
y preventivas que se están adoptando con el COVID-19. Además, sobre
el COVID-19 tenemos aún muy poca experiencia desde el punto de vista
epidemiológico.
Esto
es importante tenerlo en cuenta. Todos hemos visto y oído cómo van
cambiando los criterios en las últimas semanas a medida que se
conoce el virus, la enfermedad que produce y la epidemiología (a
quién afecta, cómo se transmite, mortalidad, etc…). Pues bien, es
lo que podemos esperar de aquí a un tiempo, que los criterios sean
cambiantes hasta que los conocimientos queden bien establecidos,
hasta que haya evidencia científica del comportamiento del virus y
de cómo combatirlo. De hecho, estas mismas opiniones que ahora
vierto puede que no sostengan o queden obsoletas en poco tiempo.
Sabemos algunas cosas sobre el COVID-19 pero ignoramos muchas
todavía.
Para
que todos lo entendamos, doctor, a nivel estadístico, ¿qué se
contagia con más rapidez, el COVID-19 o el virus de la gripe común?
Cabría
pensar que como ambos tienen similares mecanismos de contagio,
tendrán también similitud en la velocidad del mismo. Pero como
vengo diciendo, las comparaciones entre COVID-19 e Influenza son muy
relativas. A la gripe se la enfoca socialmente de forma benévola. Se
la reconoce como una enfermedad estacional. Cuando la padecemos (lo
que asimilamos como casi inevitable), si los síntomas de ese año no
son muy intensos, muchos de nosotros apenas guardamos reposo: un
Paracetamol y… ¡a trabajar!, incluyendo relaciones sociales,
viajes, etc. Obviamente, esto favorece los contagios y la expansión
a nivel mundial.
En
cambio, con el COVID-19 la concienciación de la Comunidad ha sido
enorme ante un posible fatal desenlace. Que nos estén informando
diariamente de la extensión y los efectos de la pandemia nos hace
creer que el virus se transmite con rapidez. Está por ver cómo
enfocaremos el problema en los próximos años. Hay que ser tener
presente que el virus ha venido para quedarse y los próximos años
reaparecerá, a menos que podamos desarrollar vacunas o campañas
sanitarias que lo erradiquen en un futuro a corto/medio plazo.
He
leído en varios medios de comunicación que el pasado año 2019 en
España se produjeron 15.000 muertes por gripe común, resultando
afectadas cerca de 800.00 personas. La alarma social
producida por la expansión del COVID-19, ¿obedece más al miedo
real de que se colapse el sistema sanitario español?
Cierto
es que las necesidades sanitarias, en particular los recursos
hospitalarios son mayores para el COVID-19 que para la gripe, lo que
ha contribuido al tono de alarma social generado, junto con el miedo
en un principio al desabastecimiento de productos de primera
necesidad. La limitación de los recursos sanitarios es un problema
de hondo calado que esperemos se replantee cuando acabe esta crisis.
También la gripe produce periódicamente sobrecargas asistenciales
en los servicios de urgencias, pero se esto no se suele informar.
Esas mismas fuentes
ponen de manifiesto que ya en el mes de enero de 2.020, cuando la
epidemia del COVID-19 nos parecía cosas solo de chinos e italianos,
los sindicatos sanitarios ya denunciaban que los servicios de
urgencias comenzaban a colapsarse por la afluencia de pacientes
aquejados de gripe común.
A
los sanitarios no nos es extraño el “colapso” de las urgencias
hospitalarias. La masificación de las urgencias es un hecho que se
produce periódicamente, ya sea como es el caso por una situación
epidémica/pandémica, por la afluencia masiva que produce la gripe
estacional, por el fenómeno de disminución de recursos y
desplazamientos poblacionales en épocas estivales o por otras
razones. La diferencia en este caso es que la propia enfermedad ataca
también al sanitario eliminando los recursos personales, lo que
agrava el problema.
La
gripe común siempre ha producido sobrecarga de los servicios de
urgencias, que no llegan al “colapso” porque no suelen ser casos
subsidiarios de hospitalización. Esto lo verdaderamente diferencial
con el COVID-19, que más frecuentemente necesita de cuidados
hospitalarios, incluso cuidados intensivos que son más escasos aún.
¿Estamos, pues, como
creo haber escuchado de boca de D. Fernando Simón, director del
centro de coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del
Ministerio de Sanidad, precisamente en situación de emergencia
sanitaria porque nuestro sistema de salud, que es de los mejores del
mundo, se situó al borde del colapso total?
Hay
zonas del país que sí, en las que la incidencia del contagio ha
llevado los recursos sanitarios a la extenuación. Creo que en ningún
país hay Sistema Sanitario que resista una demanda que nunca se
piensa como posible por lo súbita, grave e inusual. Diferente es
que, una vez planteado el problema, los Sistemas Sanitarios (en
nuestro país hay que hablar en plural) dispongan del suficiente
“músculo” para compensar la demanda. Esperemos que a partir de
ahora las Administraciones se hagan conscientes de que este riesgo
existe. A mi modo de ver, difícilmente se puede estar prevenido para
este tipo de contingencia, pero se debe disponer de capacidad de
respuesta disponiendo los mecanismos de compensación necesarios.
¿Se sabe ya qué hace
al COVID-19 tan contagioso, por qué se expande en el mundo tan
rápidamente?
Se
saben algunas características del COVID-19. Se sabe de la facilidad
de contagio de persona a persona por gotículas respiratorias
emitidas con la tos o los estornudos, o por contacto con las mucosas
de otra persona infectada (nariz, boca u ojos), y que parece poco
probable la transmisión por el aire a distancias mayores de 1-2
metro. Y que parece posible el contagio por contacto con objetos
infectados. Y se habla de un periodo de incubación de 1-14 días,
periodo asintomático pero contagiante. Y que, hasta ahora, los datos
epidemiológicos apuntan a que un alto porcentaje de pacientes
infectados son hombres y mujeres de más de 45 años. También que la
mayor proporción de muertes se ha relacionado con personas de edad
avanzada o con enfermedades previas, pero que esto no es exclusivo.
Que la trayectoria de los brotes son poco predecibles y que las
estrategias preventivas clásicas de Salud pública son eficaces. En
definitiva, se saben algunas cosas pero queda mucho por aprender.
Por
último, sólo recalcar la eficacia de la concienciación social
frente a un problema de este tipo
Por último, y como estamos en un blog literario, ¿podría decirnos un libro que haya leído recientemente y que recomendara a nuestros seguidores?
Pues claro que sí, además, su lectura es muy propia en las fechas en las que nos encontramos. Acabo de terminar "La verdadera historia de la Pasión según la investigación y el estudio histórico", de los autores Antonio Piñero y Eugenio Gómez. Además, estoy elaborando un artículo sobre el tema.
Muchas gracias por su tiempo y sus respuestas. De momento, nos vemos en la red.
Buena entrevista, aunque en esto del virus hay poco seguro. En todo caso, un acierto. Saludos !
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